Incondicional
"No creas que hay cosas que son para siempre..."
Primera Parte
Capítulo 1
- Entra por favor- pide la extraña y desconocida mujer que tengo
frente a mí sonriendo como si nos hubiésemos visto antes. Ese era un buen
comienzo, me animaba a entrar al consultorio limpio, con aromatizante de
ambiente de limón. Había otros muebles más, como ser un escritorio y una
especie de alacena.
- Gracias- respondo cruzando la puerta un poco temerosa de lo que
iba a hacer por primera vez esa tarde de martes. Me siento nerviosa, nunca
antes he hecho algo así pero es necesario, debo hacerlo. No puedo hablar de eso
con nadie más que con esa desconocida que puede llegar a ayudarme.
- Soy la
Doctora Rimaud- se presenta- ponte cómoda, esto va a tardar
un largo rato- cierra la puerta.
Salgo del edificio como una hora después, finalmente no me animé a
hablarle de mis verdaderos motivos para acudir a ella, doy demasiadas vueltas
en el asunto contándole otras cosas que nada tienen que ver pero sin
explicitarle nada de lo que realmente me ocurría, que tanto me afecta como para
acudir en su ayuda. Ella no lo había preguntado, pero me había citado para el
jueves de esa semana a la misma hora.
Me dirijo hacia la cafetería en la que Clara trabaja, necesito un
café caliente y quiero hablar con ella además antes de ir a casa. Entro, me
quito el abrigo, la diviso en la barra charlando animadamente con un chico, de
espaldas a mí. Me acerco despacio para saber si lo conozco, no.
- Hey, Paz ¿qué haces aquí? Pensé que tenías algo que hacer esta
tarde...- saluda sonriente dejando a un lado a su acompañante.
- Acabo de salir, quería hablar un rato- respondo sentándome a una banqueta
de distancia del chico, sin mirarlo.
- ¿Te sirvo algo?-
- Un capuchino caliente por favor-
- En seguida- se gira a prepararlo, me siento observada por la
persona que tengo a mi derecha pero no quiero voltear.
- ¿Puedes traerme una porción de esa tarta que me hiciste probar la
otra vez?- digo fuerte para que me escuche.
- La de coco...-
- Sí, esa. Me encantó- asiente.
- ¿En serio?- pregunta él. Giro mi cabeza extrañada de que me hable
a mí.
- ¿Disculpa?-
- ¿Te gusta la tarta de coco de este lugar?-
- Por supuesto, es la mejor de la ciudad-
- ¿Has probado otras?-
- No- digo un poco avergonzada
- ¿Y cómo sabes entonces que es la mejor?-
- ¿Puede aplicarse la intuición femenina?- ríe.
- No lo creo...- bromea- Podrías haber mentido que conoces al
pastelero, sería más creíble-
- Tal vez, la próxima diré eso-
-Aquí tienes- interrumpe Clara poniendo delante de mí una taza
humeante con un plato a su lado, me acerca el azúcar y me trae una cuchara.
- Gracias.-
El muchacho se acerca más a mí, sonríe expectante. Actúo
normalmente, sin prestarle demasiada atención, pero no quita la vista de mi lo
cual me molesta un poco. Me giro hacia él.
- ¿Por qué me miras tanto?-
- Nada, solo quiero ver tu rostro cuando comas la tarta-
- Esta bien, lo haré ahora, sólo para que dejes de observarme- tomo
un bocado de ella y lo pongo en mi boca, era deliciosa. Cierro por unos
segundos los ojos y asiento exageradamente. Se ríe de mí, solo sonrío. No sé
por qué, pero me cae bien, aunque tengo ganas de empujarlo de la banqueta por
sus actitudes extrañas.
- Soy Tomás, por cierto,- dice extendiendo su mano para saludarme-
¿tú eres?-
- Paz...-respondo- ¿qué estás haciendo por aquí?- quiero saber.
- Pasé a saludar a Clara, es una vieja amiga, nos conocemos desde
hace bastante- cuenta mirándola trabajar al otro lado del mesón- por lo que vi,
ustedes son amigas también.
- Así es, y compañeras de departamento-
- Un placer... ¿puedes hacerme un favor?-
- ¿Qué clase de favor?-
- Es algo pequeño, dile a Clara que me llame mañana.-
- Oh, está bien- debe estar saliendo con él.
- Es por negocios- aclara- toma mi tarjeta.
- Nos vemos- saludo yo simpática.
- Adiós Paz- sale dejando bajo el plato un poco más del importe de
su orden.
- ¿Viste al chico de aquí?- pregunta mi amiga al regresar a mi lugar
señalando su taza de café.
- Acaba de irse...me dejó su tarjeta para que lo llames mañana,
"por negocios"- cumplo con la promesa pero la miro acusándola.
- No me mires así, es sólo por negocios- se defiende
- ¿Quién era?-
- Lee la servilleta de tu tarta...- invita.
Es celeste claro con detalles en relieve y algo escrito:
"Pastelerías Venvi", dice. Levanto la vista hacia mi amiga con el
ceño fruncido sin entender a lo que se refiere.
- Es una de las pastelerías más grandes y de las mejores...pero ¿qué
tiene que ver con ese chico?-
- Bien...ese chico, es nada más ni nada menos que Tomás Venvi -
sonríe.
- ¿En serio?-
- Sí, lo conozco desde hace bastante y estamos pensando en hacer un
emprendimiento juntos-
- Wow, ¿qué clase de emprendimiento?-
- No voy a adelantarte nada...será una sorpresa-
- Está bien- digo desanimada- creo que debo irme, aún tengo que
comprar algo para cenar-
- Ah, por cierto, hoy no cenaré en casa, voy a salir con las chicas,
¿quieres venir?- lo dudo un momento.
- No, estaré bien en casa, debo terminar unos papeles- miento.
Me molestaban esas invitaciones a último momento que tenía las
cuales cancelaban la cena, esta vez antes de comprarla, pero generalmente
llamaba desde la cafetería y terminaba dando su porción a los perros callejeros
del vecindario. Nunca se lo había mencionado, pero se daba cuenta de ello.
- Ven, te divertirás, luego te ayudo- quiere convencerme.
- Gracias, pero estoy un poco cansada, tal vez ni los haga ahora-
- Bien...- responde un poco de mala gana.
- Me voy, despiértame cuando llegues- asiente.
Le dejo el dinero en la mesada, me giro para irme y a los pocos
pasos que doy me llama. Me volteo a ver que quiere.
- No me juzgues- pide- por favor.- sólo la miro firme, sin darle
respuesta.
Le doy la espalda para salir. Cruzando la calle suspiro, un poco
cansada de esos comentarios. ¿Cómo no hacerlo? No tenía el más mínimo obstáculo
para salir a divertirse, no entendía cómo podía haberlo superado tan rápido.
Tal vez nunca había tenido un lazo demasiado fuerte, o habían pasado seis meses
y eso era suficiente para ella (aunque sus salidas habían comenzado antes). No
pretendía que estuviese aislada o en casa todo el día pero no creo haberla
visto triste lo suficiente.
No prestaba mucha atención a lo
que hacía por lo que me choco con alguien mientras ambos intentamos subirnos a
un taxi.
- Lo siento- decimos ambos a la vez, luego noto de quién se trata el
chico con quien me he chocado.